
Intervención en espacio arqueológico: Monasterio viejo de San Juan de la Peña / Pirineo Aragonés. Creado en el marco del proyecto Fronteras Nómadas. Comisariado por Blanca Pérez Ferrer y Jean Jacques Gay.
Dimensiones: 290 x 440 cm.
Técnica: Electrónica, programación, sonido.
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2021
El proyecto ha supuesto la intervención en tres emplazamientos arqueológicos mediante una instalación lumínica, una obra de arte electrónico de gran formato, capaz de dialogar con su entorno y dotar de nueva vida a unos espacios cargados de historia, reactivando simbólicamente estas arquitecturas espirituales. El empleo de la tecnología, entendida como el “fuego contemporáneo”, permite trazar puentes a través del tiempo en busca de la conciencia latente en estos escenarios que acogieron otros fuegos en el pasado. Tecnología, naturaleza y espiritualidad se dan la mano en esta experiencia, que propone la práctica artística como fuente de conocimiento, una nueva óptica con la que acercarnos a estos enclaves de la memoria.
El dominio del fuego se considera el primer paso en la historia tecnológica de la civilización humana. En la mitología griega, Prometeo roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y de este modo, comienza un proceso que deriva finalmente en el dominio de la técnica y el conocimiento científico. El fuego es el origen mitológico de la tecnología y en nuestra contemporaneidad, este fuego es la electricidad cabalgada a lomos de la electrónica y la computación.

Del mismo modo que el fuego juega con la madera en la hoguera, el código informático danza en las celdas de silicio construyendo patrones impredecibles. Desiertos de transistores son saturados por océanos de electrones en universos cuánticos. La información, a lomos de la serpiente eléctrica, se entrecruza para estallar en impredecibles chasquidos de luz. Ceros y unos fuerzan el movimiento en la cábala computacional. Los procesos se continúan entre sí en busca de un equilibrio en permanente definición. Orden y caos luchan en un proceso irresoluble que se abre paso a través de miles de diodos luminiscentes.










Real Monasterio de Rueda. España
Real Monasterio de Rueda. España
Real Monasterio de Rueda. España
Monasterio viejo de San Juan de la Peña. España
Monasterio viejo de San Juan de la Peña. España
Monasterio viejo de San Juan de la Peña. España
Monasterio viejo de San Juan de la Peña. España
Abadía de Saint-Vincent de Lucq. Bearn. Francia
Abadía de Saint-Vincent de Lucq. Bearn. Francia.
Abadía de Saint-Vincent de Lucq. Bearn. Francia

En torno al año 1000 comienza a ser reconocible en el terreno el proyecto de construcción de Europa como comunidad política y religiosa a imagen y semejanza del Sacrum Romanum Imperium impulsado en origen por la fe constructiva de Carlomagno en colaboración estrecha con Roma. Aprovechando el prestigio de aquellos hombres y mujeres que habían tomado la vía del retiro espiritual para obtener iluminación, la apartheia, y que sus paisanos consideran santos y sabios, se emprende un proyecto de unificación desde arriba entre reyes, condes y obispos, que van integrando la religiosidad popular en la tradición y el rito romano. El final del siglo X vio la proliferación de fundaciones monásticas en el condado de Gascuña, ligada al impulso dado por la fundación de Cluny y la expansión de la Regla de San Benito, como es el caso de la Abadía de Saint-Vincent de Lucq, en el Bearn. Según la tradición, cuando Childeberto I regresaba del asedio de Zaragoza en 542, uno de sus lugartenientes fundó en Lucq un oratorio dedicado a San Vicente. Así, el monasterio estará dedicado a San Vicente. La reforma benedictina es introducida por Sancho el Mayor en la década de 1030 en San Juan de la Peña, ya entonces un importante centro monacal gracias a las donaciones de los condes aragoneses y los reyes navarros y a la implantación de una limosnería. Más al Sur, El Real Monasterio de Rueda se sitúa en la ribera del río Ebro, en la provincia de Zaragoza, España, y es una joya arquitectónica de la orden cisterciense, fundado en el siglo XII, bajo el reinado de Alfonso II de Aragón. Esta orden, derivada de los benedictinos, se caracterizó por su rigor y austeridad, buscando un retorno a la vida monástica primitiva y una estricta observancia de la regla de San Benito. El monasterio destaca por su impresionante noria, que suministraba agua al complejo y sus tierras, simbolizando la ingeniería y la autosuficiencia de la comunidad cisterciense.
nestorlizalde@gmail.com
+34 659 751 761
© 2024
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