Un diálogo entre el mito y el patrimonio histórico a través del arte electrónico.
Creado por Néstor Lizalde en el marco del proyecto Fronteras Nómadas
Comisariado por Blanca Pérez Ferrer y Jean Jacques Gay
Genealogía del Fuego / Fronteras nómadas 2021
290 x 440 CM
Odenador portatil (Señal de control para luces)
Generador electrico (alimentación escultura y ordenador)
Matriz de luces (28 luces)
Estructura metalica desmontable
Cuadro eléctrico y electrónica de control
–
2021
“Genealogía del fuego” ha supuesto la intervención tres enclaves históricos en donde se conservan arquitecturas con una fuerte carga espiritual como nexo entre estos escenarios, trazando un recorrido que va desde el Desierto de los Monegros en Aragón, hasta cruzar la frontera a través de los Pirineos franceses.
Este recorrido se concreta en tres monasterios románicos: el Real Monasterio de Rueda (Monegros), San Juan de la Peña (Pirineo aragonés) y la Abadía de Saint-Vincent de Lucq, en el Bearn (Pirineos franceses).
El proyecto ha planteado la intervención de estos escenarios mediante el empleo de la tecnología entendida como el “fuego contemporáneo”, trazando puentes a través de esta nueva luz, en busca de la memoria latente en estos escenarios que acogieron otros fuegos en un tiempo pasado.
Tecnología, naturaleza y espiritualidad se dan la mano en esta experiencia que propone la práctica artística como fuente de conocimiento, como una nueva óptica con la que acercarse a estos enclaves de la memoria.
Los escenarios han sido intervenidos mediante la instalación de una estructura electrónica compuesta por una matriz lumínica controlada por un ordenador que lanzará diferentes configuraciones lumínicas para bañarár el escenario de luz, generando un diálogo de luces y sombras con el entorno que para su fotografiado mediante una cámara de alta sensibilidad.
A través de estas capturas fotográficas, se han reconstruido posteriormente las escenas sobre un tríptico compuesto por tres dispositivos audiovisuales creados de manera específica para el proyecto.
Un ordenador ha dado vida posteriormente al sistema audiovisual animando la matriz de luces de cada escenario, generando un diálogo donde los tres parajes intervenidos bailan una danza eléctrica conjunta en un proceso algorítmico autogenerativo.
El dominio del fuego es tal vez el primer paso en la historia tecnológica de la civilización humana. En la mitología griega, Prometeo roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y de este modo, comienza un proceso que deriva finalmente en el dominio de la técnica y el conocimiento científico. El fuego es el origen mitológico de la tecnología y en nuestra contemporaneidad, este fuego es la electricidad cabalgada a lomos de la electrónica y la computación. Del mismo modo que el fuego juega con la madera en la hoguera, el código informático danza en las celdas de silicio construyendo patrones impredecibles. Desiertos de transistores son saturados por océanos de electrones en universos cuánticos. La información, a lomos de la serpiente eléctrica, se entrecruza para estallar en impredecibles chasquidos de luz. Ceros y unos fuerzan el movimiento en la cábala computacional. Los procesos se continúan entre sí en busca de un equilibrio en permanente definición. Orden y caos luchan en un proceso irresoluble que se abre paso a través de miles de diodos luminiscentes.
En torno al año 1000 comienza a ser reconocible en el terreno el proyecto de construcción de Europa como comunidad política y religiosa a imagen y semejanza del Sacrum Romanum Imperium impulsado en origen por la fe constructiva de Carlomagno en colaboración estrecha con Roma. Aprovechando el prestigio de aquellos hombres y mujeres que habían tomado la vía del retiro espiritual para obtener iluminación, la apartheia, y que sus paisanos consideran santos y sabios, se emprende un proyecto de unificación desde arriba entre reyes, condes y obispos, que van integrando la religiosidad popular en la tradición y el rito romano. El final del siglo X vio la proliferación de fundaciones monásticas en el condado de Gascuña, ligada al impulso dado por la fundación de Cluny y la expansión de la Regla de San Benito, como es el caso de la Abadía de Saint-Vincent de Lucq, en el Bearn. Según la tradición, cuando Childeberto I regresaba del asedio de Zaragoza en 542, uno de sus lugartenientes fundó en Lucq un oratorio dedicado a San Vicente. Así, el monasterio estará dedicado a San Vicente. La reforma benedictina es introducida por Sancho el Mayor en la década de 1030 en San Juan de la Peña, ya entonces un importante centro monacal gracias a las donaciones de los condes aragoneses y los reyes navarros y a la implantación de una limosnería. Más al Sur, El Real Monasterio de Rueda se sitúa en la ribera del río Ebro, en la provincia de Zaragoza, España, y es una joya arquitectónica de la orden cisterciense, fundado en el siglo XII, bajo el reinado de Alfonso II de Aragón. Esta orden, derivada de los benedictinos, se caracterizó por su rigor y austeridad, buscando un retorno a la vida monástica primitiva y una estricta observancia de la regla de San Benito. El monasterio destaca por su impresionante noria, que suministraba agua al complejo y sus tierras, simbolizando la ingeniería y la autosuficiencia de la comunidad cisterciense.
Un diálogo entre el mito y el patrimonio histórico a través del arte electrónico.
Creado por Néstor Lizalde en el marco del proyecto Fronteras Nómadas
Comisariado por Blanca Pérez Ferrer y Jean Jacques Gay
Genealogía del Fuego / Fronteras nómadas 2021
290 x 440 CM
Odenador portatil (Señal de control para luces)
Generador electrico (alimentación escultura y ordenador)
Matriz de luces (28 luces)
Estructura metalica desmontable
Cuadro eléctrico y electrónica de control
–
2021
“Genealogía del fuego” ha supuesto la intervención tres enclaves históricos en donde se conservan arquitecturas con una fuerte carga espiritual como nexo entre estos escenarios, trazando un recorrido que va desde el Desierto de los Monegros en Aragón, hasta cruzar la frontera a través de los Pirineos franceses.
Este recorrido se concreta en tres monasterios románicos: el Real Monasterio de Rueda (Monegros), San Juan de la Peña (Pirineo aragonés) y la Abadía de Saint-Vincent de Lucq, en el Bearn (Pirineos franceses).
El proyecto ha planteado la intervención de estos escenarios mediante el empleo de la tecnología entendida como el “fuego contemporáneo”, trazando puentes a través de esta nueva luz, en busca de la memoria latente en estos escenarios que acogieron otros fuegos en un tiempo pasado.
Tecnología, naturaleza y espiritualidad se dan la mano en esta experiencia que propone la práctica artística como fuente de conocimiento, como una nueva óptica con la que acercarse a estos enclaves de la memoria.
Los escenarios han sido intervenidos mediante la instalación de una estructura electrónica compuesta por una matriz lumínica controlada por un ordenador que lanzará diferentes configuraciones lumínicas para bañarár el escenario de luz, generando un diálogo de luces y sombras con el entorno que para su fotografiado mediante una cámara de alta sensibilidad.
A través de estas capturas fotográficas, se han reconstruido posteriormente las escenas sobre un tríptico compuesto por tres dispositivos audiovisuales creados de manera específica para el proyecto.
Un ordenador ha dado vida posteriormente al sistema audiovisual animando la matriz de luces de cada escenario, generando un diálogo donde los tres parajes intervenidos bailan una danza eléctrica conjunta en un proceso algorítmico autogenerativo.
El dominio del fuego es tal vez el primer paso en la historia tecnológica de la civilización humana. En la mitología griega, Prometeo roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres y de este modo, comienza un proceso que deriva finalmente en el dominio de la técnica y el conocimiento científico. El fuego es el origen mitológico de la tecnología y en nuestra contemporaneidad, este fuego es la electricidad cabalgada a lomos de la electrónica y la computación. Del mismo modo que el fuego juega con la madera en la hoguera, el código informático danza en las celdas de silicio construyendo patrones impredecibles. Desiertos de transistores son saturados por océanos de electrones en universos cuánticos. La información, a lomos de la serpiente eléctrica, se entrecruza para estallar en impredecibles chasquidos de luz. Ceros y unos fuerzan el movimiento en la cábala computacional. Los procesos se continúan entre sí en busca de un equilibrio en permanente definición. Orden y caos luchan en un proceso irresoluble que se abre paso a través de miles de diodos luminiscentes.
En torno al año 1000 comienza a ser reconocible en el terreno el proyecto de construcción de Europa como comunidad política y religiosa a imagen y semejanza del Sacrum Romanum Imperium impulsado en origen por la fe constructiva de Carlomagno en colaboración estrecha con Roma. Aprovechando el prestigio de aquellos hombres y mujeres que habían tomado la vía del retiro espiritual para obtener iluminación, la apartheia, y que sus paisanos consideran santos y sabios, se emprende un proyecto de unificación desde arriba entre reyes, condes y obispos, que van integrando la religiosidad popular en la tradición y el rito romano. El final del siglo X vio la proliferación de fundaciones monásticas en el condado de Gascuña, ligada al impulso dado por la fundación de Cluny y la expansión de la Regla de San Benito, como es el caso de la Abadía de Saint-Vincent de Lucq, en el Bearn. Según la tradición, cuando Childeberto I regresaba del asedio de Zaragoza en 542, uno de sus lugartenientes fundó en Lucq un oratorio dedicado a San Vicente. Así, el monasterio estará dedicado a San Vicente. La reforma benedictina es introducida por Sancho el Mayor en la década de 1030 en San Juan de la Peña, ya entonces un importante centro monacal gracias a las donaciones de los condes aragoneses y los reyes navarros y a la implantación de una limosnería. Más al Sur, El Real Monasterio de Rueda se sitúa en la ribera del río Ebro, en la provincia de Zaragoza, España, y es una joya arquitectónica de la orden cisterciense, fundado en el siglo XII, bajo el reinado de Alfonso II de Aragón. Esta orden, derivada de los benedictinos, se caracterizó por su rigor y austeridad, buscando un retorno a la vida monástica primitiva y una estricta observancia de la regla de San Benito. El monasterio destaca por su impresionante noria, que suministraba agua al complejo y sus tierras, simbolizando la ingeniería y la autosuficiencia de la comunidad cisterciense.
nestorlizalde@gmail.com
+34 659 751 761
© 2024
↑
nestorlizalde@gmail.com
+34 659 751 761
© 2024
↑